martes, 19 de febrero de 2013

Dos Cuentos De Don Verídico


Les dejo dos cuentos del cuentista más surrealista y pirado de la patria gaucha, Don Verídico, el personaje creado por el uruguayo Julio César Castro, "Juceca" (Montevideo 1928-2003).
Advertencia: Difícil para que los entienda quien no nació a orillas del Río de la Plata!!


Una Escopeta De Dos Caños

Hombre que supo ser maniático pa la cuestión de salir a cazar bichos de tamaño, Talonario Vorozilof, el casado con Femenina Toroskayva, que se conocieron en un baile cuando Talonario llegó disfrazado de banquito y ella se le sentó. Que Talonario aprovechó pa toquetearle un tobillo y a ella le encantó, y cuando el otro se dio a conocer como persona hubo una simpatía, y pa la madrugada arreglaron pa casarse, y van y se casan. Que ella le salió roncadora, pero de tal forma que cuando roncaba pa dentro aspiraba tan fuerte que desenganchaba la frazada del lado de abajo.
Y una mañana tempranito, Talonario se levantó, agarró la encopeta, volvió pal cuarto se arrimó a la mujer que roncaba, y con el caño de la escopeta le golpeó el catre y fue y le dijo:
- Che, Femenina, andá preparando un tuco, que voy a salir a cazar unos tigres y vengo.
La mujer lo miró con un ojo solo y llegó a decirle:
- Bueno, pero no me vengas con muchos tigres, que dispués no se comen y hay que tirarlos.
La dejó roncando, y allá salió Talonario a buscar tigre pa cazar. Revisó los montes, los bañados y los pajonales, las quebradas y los galpones, los valles, los sótanos y los arroyos, los cerros altos y los cerros chatos. Revisó arriba de los árboles y por adentro de los maizales, y nada. Le entró un malestar general, y en una de las vueltas va y ve el boliche El Resorte, y va y entra. Pidió una cañita y contó lo que le pasaba, y al final preguntó si no habían visto pasar un tigre por la zona, y con qué rumbo. Ahí lo atendió el tape Olmedo.
- Vea don Talonario - le dijo-, por aquí no hemos visto pasar tigre ninguno, y no sabría decirle con qué rumbo fue que no lo vimos pasar. Pa mi - le agregó - lo mejor que puede hacer es tomarse otra cañita y dejarse de bobiar con esa escopeta.
Pero el otro seguía encaprichado con cazar tigre, así que el tape llamó a reunión en aquella mesa del rincón, y la gente del boliche discutió la cuestión durante media damajuana de tintillo de la casa. Al final, se resolvió que Rosadito Verdoso se disfrazara de tigre, cosa de hacerle el gusto al hombre, porque tenía eso pero como vecino no era malo.
Para evitarle a Rosadito fusilamiento con escopeta por buena voluntad vecinal, mientras se iba a disfrazar, a Talonario lo invitaron con otras cañitas, y en un descuido fue Azulejo Verdoso y se la descargó. Se hablaba de tigres y leones, cuando un redepente va Rosadito y se planta en la puerta disfrazau de tigre, y va y le chista. A lo que Talonario lo vio manoteó la escopeta, le apuntó a la ligera y apretó el gatillo, y "klic", apretó el otro porque era de dos caños, y "klic". Y Rosadito en la puerta con cara de tigre que espera. Ahí Talonario, malo con su escopeta, pidió una tenaza pa ver de arreglarla y la desarmó todita, y va la Duvija y en un descuido le esconde una pieza. Cuando el otro la precisó, entró a buscarla en un solo rezongo y haciendo uso indebido de mala palabra en voz alta con mujer presente. Fue cuando el tape volvió a pararlo.
- Vea don Talonario, le dijo, si usté estuviera buscando pieza con baño y cocina, vaya y pase, pero si anda buscando pieza pa tirar tiros, ni vaya ni pase. Así que hágame el servicio, tómese algo y no joda.
Se ve que el tape lo miro feo a las vistas, porque el otro, que ya tenía varias cañas en el buche, se sosegó, se abuenó, y terminó de cantarola con toda la barra y abrazado al tigre. La escopeta, parada de culata contra el mostrador, se usaba de cenicero. Le llenaron de puchos los dos caños.


Un asunto muy conversado 

Cosa sería pal uso de la palabra fue un tal Socotroco Finito, casado que supo estar con Totorita Tojota, que se le fue a vivir con la madre. La misma noche del casamiento se llevó a la vieja con ellos, porque justamente esa tarde el marido de la vieja, padre de Totorita, la echó del rancho porque le cebó el mate frío numero setecientos. Que la vieja le dijo que bien podía esperar a los mil mates pa echarla, pero el viejo se plantó en los setecientos.
Y Socotroco va y descubre que Totorita había heredado de la vieja la cebada de mate frío, y se lo reprochó a la vieja y van y se le mandan a mudar ofendidas las dos, y el hombre quedó solito, y dentró a extrañar las conversaciones. Fue cuando se le ocurrió buscar un loro que hablara, pa llenar sus horas de silencio, pa tener con quien cambiar una idea, porque el hombre solo es naides. Consiguió algunos de lo peor en materia loro, que uno lo relajó todito y otro le escupió un ojo cuando él le estaba ofreciendo la papa. Por eso se fue hasta el boliche El Resorte y comentó lo que le pasaba. La Duvija le arrimó una copita con mermelada pa picar, y se le ofreció pa caerle algún mediodía y conversarle algo, pero el hombre agradeció y dijo que, con el mayor respeto, mujeres, por el momento -dijo-, no.
Entonces lo aconsejó el tape Olmedo, y va y le dice, le dijo:
- Vea don Socotroco - le dijo-, lo mejor pa estos casos es buscar loro silvestre, pa enseñar, que no tenga vicios. Usté lo enseña y dispués viene y me dice, porque el loro, -le dijo-, es como el ajo, que repite.
Y allá salió el hombre a buscar loro por los montes, y cayó por un rancho pa pedir permiso pa trepar a un árbol, pero lo atendió una mujer tan fea que no se animó a decirle que andaba buscando un loro, no fuera cosa que la mujer se ilusionara. Dio unas vueltas, cayó en otro rancho y dijo que buscaba loro, y el dueño de casa le dijo que loro no tenía y le ofreció una tenaza.
- ¿Qué tiene que ver tenaza con loro?.
- Nada, pero la gente que es servicial y de buena voluntá ofrece lo que tiene. Al final Socotroco encontró un loro silvestre en una barranca. Lo tuvo que llevar atado, porque era un loro chúcaro, malhumorado el loro. Socotroco llegó a su rancho, preparó mate, armó tabaco, y el loro nada. El hombre salio a buscar agua al pozo, volvió, se puso a conversar del tiempo, de la seca, del piojillo del repollo, de la selección de Venezuela, de los vecinos, y el loro nada. Hasta que va Socotroco y se calienta y le tira con el mate y lo relaja todito al loro. Ahí sí, ahí el loro descargó todo su odio, todos sus rencores, toda su alma de loro barranquero, y habló, y no paraba de hablar, hasta que Socotroco no aguantó más y lo metió en el gallinero y salió a buscar novia. Y el loro dentró a conversar con las gallinas. Y esa misma noche se lo vio salir con una bataraza, rumbo al monte. El loro meta charla, y la gallina deslumbrada, porque era la primera vez que salía de noche.



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